En el contexto de la discusión de la Estrategia Nacional del Litio, mucho polvo ha levantado el acuerdo entre SQM y Codelco para extraer este mineral en el Salar de Atacama. Las razones se encuentran en que fue un proceso opaco, con poca información sobre su negociación, sin participación ciudadana y con ausencia de consideraciones ambientales.
En paralelo a esta discusión, se desarrolla la evaluación ambiental del proyecto de SQM, irónicamente titulado “Plan de Reducción de Extracciones en el Salar de Atacama”, cuyo proceso de participación ciudadana cerró el lunes 22 de enero.
En él se busca la adecuación operacional de la empresa en el salar para asegurar su funcionamiento al año 2030, modificando las condiciones establecidas en la resolución de calificación ambiental del año 2006, a las que se comprometió debido al incumplimiento de su autorización ambiental, por el cual fue investigado en 2016 y que concluyó el 2022. Esta situación tiene origen en las extracciones ilegales, por sobre las cuotas autorizadas, entre 2013 y 2015, afectando el sistema hídrico del salar y las áreas protegidas asociadas de alto valor endémico.
Si bien el proyecto plantea la reducción de extracción de salmuera, ni la evaluación ambiental del proyecto, ni el memorando de entendimiento de las empresas, son claros en la forma en que darán cabida a las consideraciones ambientales que permitirán la subsistencia del ecosistema de humedal andino.
La contradicción es profunda, aseguran la reducción de extracción de salmuera al año 2030, mientras informan que la explotación de carbonato de litio deberá aumentar a una cuota de 300.000 toneladas entre 2025 y 2030. A esto se suma un segundo aumento que se desarrollará entre el periodo 2031-2060, en donde se incrementa a una cuota de la misma dimensión, pero esta vez de explotación anual.
Todo indica que la línea comunicacional de las empresas, apunta a generar la idea de que las tecnologías de extracción directa y reinyección de salmuera serán el futuro sustentable de esta actividad. Pero lo cierto es que ninguna de las propuestas planteadas tiene una aproximación real a las dimensiones de explotación industrial que se proyectan, ni han probado ser efectivas en prevenir sus impactos.
Así, se propone el aumento de la producción de litio a costa de la alteración completa del ciclo ecológico del Salar de Atacama, sin asumir los costos socioambientales que el optimismo por la tecnología oculta.
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