La investigación sostiene que, si bien estas industrias, cuyo objetivo es eliminar la sal del agua de mar para así generar agua para distintos usos, pueden ser un aporte en el contexto de escasez hídrica actual, también generan un problema a nivel socioecológico por ausencia de planificación.

En el marco de la extrema escasez hídrica que enfrenta Chile, la desalinización ha sido constantemente presentada como una alternativa deseada. Sin embargo, sus impactos también pueden  llegar a ser un problema para el ecosistema y las comunidades que habitan los territorios en que estas se instalan. En este contexto, el informe, titulado “Transición socioecológica justa en Chile: recomendaciones para la protección de los ecosistemas marino costeros frente a la desalación del agua de mar. Estudio de caso en la comuna de Antofagasta”, fue elaborado con el fin de distinguir problemas, oportunidades y mejoras en el proceso de desalación, protegiendo los ecosistemas marino costeros y generando así una transición socioecológica justa.

“La idea de hacer esta investigación es que en Chile no hay estudios que aborden los impactos de las desaladoras desde una perspectiva socioambiental”, contó Constanza Gumucio, abogada del equipo de estudios de ONG FIMA.

Impacto socioambiental de las desaladoras

Durante el proceso de desalación se obtiene un flujo llamado “permeado” que es el agua libre de sales y otro llamado “agua de rechazo” el cual contiene todas las sales y los químicos utilizados para el proceso. Generalmente este último es liberado al océano. Esto genera que, el borde costero y su ecosistema, que ya se está viendo afectado por la crisis climática y el aumento en el nivel del mar, se vean perjudicados también por la intrusión salina.

“Teniendo en cuenta que mucha de la población que vive en el norte de Chile vive en la zona costera y depende de los recursos de las actividades que ocurren en las zonas costeras (…), va a tener un efecto directo sobre la población y sobre la seguridad alimentaria, la calidad de vida y la posibilidad de otras actividades que puedan ser mucho más compatibles con el medio ambiente en el largo plazo”, aseguró el experto en política pública para la conservación de los océanos, Maximiliano Bello, uno de los entrevistados para la elaboración de este informe.

A su vez, la demanda de energía de las desaladoras es bastante alto, por lo que es necesario considerar las fuentes de energía de los lugares en los que se quieran instalar las plantas con el fin de no generar más daño al medio ambiente y a las personas.

Otra dificultad identificada en el informe, tiene relación con el propósito y uso de las aguas desalinizadas, ya que si  bien el proceso brinda agua potable a los habitantes de Antofagasta, el 50% de la infraestructura asociada a la desalinización es para el abastecimiento hídrico de la minería.

Según lo investigado, ésta división en el uso del agua genera malestar entre los ciudadanos, los cuales ven priorizado el abastecimiento de la industria más que el de consumo humano, a costa del sacrificio de su entorno.

Se proyecta que la creación de plantas desalinizadoras aumentará en Chile, como medida de mitigación del cambio climático para dar respuestas a la escasez hídrica, por lo que es necesario generar más investigaciones para así evitar un impacto negativo tanto a nivel social como ecosistémico.

El documento está disponible para ser descargado.


Entradas recomendadas